PUNTOS DE ENCUENTRO



PARA SER CONSTRUCTORES DE UN MUNDO MEJOR

30/1/12

El poder de la paz

Juan Lafarga

 “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”                      Mahatma Gandhi


Entre los grupos pacifistas contemporáneos con frecuencia es satanizado el poder como sinónimo de autoritarismo, imposición, predominio económico o fuerza militar. Ciertamente es difícil el ejercicio del poder, porque el que lo tiene con facilidad lo usa para beneficio propio bajo capa de servicio o ayuda a los demás. El poder ciega al que lo tiene, observamos y experimentamos con frecuencia. El poder no ejercido con amor es fuente de injusticia y de arrogancia, llámese éste poder político, económico o eclesiástico.

El poder, sin embargo, probablemente no es otra cosa que la influencia que ejercemos sobre los demás por lo que somos y por lo que hacemos y tenemos. Poder es la influencia que tienen los demás sobre mí mismo, así como la influencia que yo puedo tener sobre los demás.

Por poder voy a entender la capacidad de influenciar. Si la influencia que yo tengo sobre los demás está orientada a promover la vida, la salud y la convivencia armónica, estoy propiamente hablando del poder personal que construye y que promueve el crecimiento y el desarrollo. En cambio, si uso mi inteligencia para agredir, empobrecer o destruir estoy hablando del poder del narcisismo o egoísmo, que no busca la armonía, sino la prevalencia.

El uso del poder es lo que cuenta, no el poder mismo. Así se puede hablar sobre el poder de la inteligencia, del poder de la bondad y del poder de la sabiduría, como también se puede hablar del poder de la injusticia, de la corrupción y de la guerra. El poder de la paz es la influencia que tienen sobre los demás los promotores del equilibrio, de la armonía, del diálogo, de la negociación y del crecimiento armónico de todos.


Lo que hace diferente el poder de la paz de todas las demás formas de influencia es que la paz sólo puede ser conseguida por la paz misma, es al mismo tiempo término y camino.

Es imposible llegar a la paz por la violencia, por la imposición o por la fuerza. La paz conquistada por la guerra es efímera y temporal, no es paz, sino sometimiento, no es armonía, sino polarización, no es diálogo sino monólogo sin escucha, no es negociación sino arrebato e imposición. La paz no es solamente ausencia de conflicto, es la vivencia dinámica de la armonía  producto del amor que vincula a los que son y se aceptan diferentes. Es el respeto que mi razón tiene por mis sentimientos y el que éstos tienen por mi razón. Es la armonía de la familia cuando las necesidades de todos están suficientemente atendidas. Es la armonía de las instituciones cuando las necesidades de quienes detectan la autoridad como las de quienes tienen responsabilidad por la operación están suficientemente satisfechas. La paz es el producto dinámico del diálogo que facilita la negociación equitativa, que clarifica las necesidades, flexibiliza los planteamientos y acerca las voluntades por la comprensión y por el amor.

La paz es un proceso dinámico en la búsqueda de la armonía. Es aceptar que el mundo es de todos los que existimos en él y que todos merecemos un mínimo necesario de salud, de  bienestar y de felicidad. La paz es el producto directo de la sabiduría que está hecha de inteligencia, bondad y amor por uno mismo y por los demás.

La violencia contra el terrorismo únicamente generará venganza y más guerra. No hay caminos para la paz, la paz es el camino. La sinergia de todos los que buscan la armonía consigo mismos, la armonía con los demás y el bienestar de todos es, muy probablemente, el único camino hacia la paz.

La paz podría ser descrita, en términos generales, como el proceso dinámico de armonización entre los diferentes. O también como un estado de equilibrio móvil entre los elementos diversos de un organismo vivo a nivel individual o social. La paz social no es sólo el resultado de saludables relaciones  entre los grupos diferentes de un país o de una sociedad, sino de la integración  armónica de las diferencias en la búsqueda del crecimiento para  todos.
Es también una meta del proceso evolutivo a la que se dirigen las acciones humanas en proceso de crecimiento.  Es al mismo tiempo una meta inalcanzable y un anhelo permanente que sólo termina con la  muerte. Es un sentimiento no aprendido e inextinguible en todos los seres humanos.  Una opción racional de los humanos por la integración y la armonía en lugar de la violencia.

La paz se construye por el establecimiento de metas estimulantes, pero sobre todo alcanzables. Las metas inalcanzables generan ansiedad. Mientras menos accesibles, la ansiedad se va convirtiendo en angustia y ésta, a su vez, en pánico y el pánico es paralizante. El conflicto genera un estado de ansiedad cuando sólo se ve la imposibilidad de integrar las diferencias. No puede ser un mero deseo, implica la acción de quien la busca como una opción de vida.


(1)  Este artículo, enriquecido ahora, fue publicado en el núm. 35 de Prometeo (verano 2003)